
-Su Santidad –interrumpió otro-, esto es una persecución. Hoy está llegando a la capital de México el general Álvaro Obregón. Fue este hombre Obregón quien inició esta persecución hace ocho años. Fue presidente antes que el actual presidente Plutarco Elías Calles, quien sólo es su títere. Ahora Obregón regresa para retomar la presidencia personalmente, tras ganar unas elecciones en las que fue el único candidato y en un país que hizo una revolución para que se prohibiera la reelección.
-Su Santidad, usted conoce los intereses que están en juego detrás de este general Obregón.
-No tenemos aún las pruebas –le dijo a Gasparri-. Ayúdame a obtenerlas.
-Podemos obtenerlas. El general Obregón tiene hoy una cita con el nuevo embajador de los Estados Unidos en México, Dwight Morrow. Esta es nuestra oportunidad.

Un brillante general sonorense, Álvaro Obregón, fue ahora el elegido para derrocar a Carranza y abolir la nueva constitución.
En una emboscada terrorífica en un campamento en las montañas, el presidente Venustiano Carranza fue asesinado en su cama en la madrugada. Bajo la dirección de Obregón se nombró a un nuevo presidente provisional que sólo sirvió como eslabón para convertir a Obregón en el nuevo presidente de México.
Para asegurarse de que Obregón cumpliera con sus exigencias, los Estados Unidos le negaron el reconocimiento como presidente hasta que eliminara de la Constitución el artículo que nacionalizaba las reservas de petróleo.

El automóvil se estacionó en la acera de un enorme parque arbolado llamado “Jardín de La Bombilla.” Detrás de las frondas se veía un enorme restaurante de dos aguas hecho de palos de madera, hueco. Era su restaurante favorito, “La Bombilla”.
Sonaba una estruendosa banda de música y lo esperaba una comitiva de diputados del Estado de Guanajuato. Un letrero afuera decía “Bienvenido, Presidente Electo de México, General Álvaro Obregón.”

1880 - 1929
-General –le dijo el general Antonio Ríos Zertuche-, aquí tengo otro periódico –y se mordió los labios-. Dice: “El secretario de Industria y Comercio y líder de la nueva red de sindicatos mexicanos CROM del presidente mexicano Plutarco Calles afirma que el Presidente Electo Álvaro Obregón no va a llegar a la presidencia”.

Álvaro Obregón retorció su cuerpo en el asiento.
-La gente ya votó por mí. Ahora ya soy otra vez el Presidente de México. Y les prometo a ustedes que voy a aplastar a este pinche traidor. Lo voy a matar. Lo voy a poner en mi sótano con los disecaditos. Alisten a mis veinte mil hombres de la Guarnición de Sonora. Si esto es guerra, que comience. Apenas salga de mi reunión con el embajador Morrow veremos quién gana, el bastardo o yo.
-No va a ser posible, General.
-¿Qué dices? –se alarmó.
-Sus soldados de Sonora ya no están en Sonora. El Presidente Calles los acaba de transferir a San Luis Potosí. Están en camino. Ahora están al mando del gobernador Saturnino Cedillo.
Entró un asesor con un informe de inteligencia para el alto y fornido presidente de mirada turbia, que estaba mordisqueando un palillo.
-Señor Presidente: El general Obregón tiene sospechas de usted. Ha estado insistiendo para entrevistarse con el embajador Morrow. Nuestro agente en la embajada dice que esta insistencia de Obregón por hablar con Morrow hoy mismo ya rayó en la “obsesión”, “ansiedad” y “psicosis.”
Calles les sonrió a sus “amigos” sin dejar de morder el palillo. Se metió las manos a los bolsillos y dio unos lentos y calculados pasitos, mirando hacia abajo.
-¿Qué dice la embajada?
-Le dieron cita para hoy a las cinco la tarde.
-Se nos quiere adelantar… -y miró sonriente a sus amigos-. Pero les tengo un secretito que aprendí en el desierto de Sonora. Esta vida es un concurso para ver quién es más pendejo, o para ver quién es más chingón. El embajador Morrow me acaba de decir aquí mismo una frase que me gustó bastante: El poder pertenece a quien lo ejerce.
Morrow se detuvo y entrecerró los ojos.
-¿Quién dices que envió eso? ¿Trabaja para nosotros?
-Es nuestro Vicecónsul en Salina Cruz –pero lo interrumpió Morrow:
-¿Qué más dice?
-Dice: “Recientemente, cuando el general Obregón estuvo en la ciudad de México no se le vio en compañía del presidente Calles, como era costumbre con anterioridad. El plan fue bien urdido y la muerte está siendo achacada inmediatamente a los católicos.”
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